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sábado, 13 de noviembre de 2010

Otegi: el tiempo de la independencia



Manuel F. Trillo

La cárcel no es un reducto estrecho y aniquilador de las conciencias, porque el pensamiento no se puede encarcelar. Mucho menos se encarcela el pensamiento de 183.000 vascos que en su momento apoyaron con sus votos-no con las armas- las propuestas políticas que quedaron claras en el año 2004. Discrepo absolutamente de los planteamientos de Brian Currin, por más que sea un interlocutor que no desconoce el Gobierno español, cuando dice que la “izquierda aberztale” debe realizar “movimientos” para que pueda ser legalizada. Olvida este buen hombre –en el sentido machadiano-
que la ilegalización de organizaciones políticas y de agrupaciones electorales se debe a la Ley de Partidos Políticos de 2002. Ley que ha sido denostada por una parte del Congreso de los Diputados, y muy especialmente por los partidos demócratas –sean de derecha, como el PNV, o de la izquierda- y apoyada por los partidos herederos del franquismo. (Aclaro que son herederos del franquismo todos aquellos que asumen la Constitución monárquica de 1978 y no la combaten frontalmente).

La Ley de Partidos Políticos está concebida desde una posición jurídica muy acorde con la propuesta de de Gunter Jacobs –el derecho penal del enemigo- y ello supone la eliminación de los presupuestos básicos de un Estado de Derecho. Esta legislación es posible porque la mayoría orgánica –PSOE y PP- decide qué es lo bueno y lo conveniente a sus intereses. No quiero en este momento banalizar el tema que nos trae, pero imaginemos que esa misma mayoría orgánica decidiera que es un delito que las madres en los parques “den la teta” a su bebé, o que aprobaran por ley que no se pueden “cambiar los pañales en el parque”. Lo consideramos una aberración que no puede darse porque los legisladores son personas razonables. Pero veamos que por ley se ha aprobado que se vaya fumando tabaco cuando se pasa por delante de un colegio. Esta es una digresión necesaria. Pero no es absurda, pues son hechos que pueden darse o se darán a partir del 1 de enero de 2011. Esto es lo que ocurre con la Ley de Partidos Políticos. En un momento concreto se decide quiénes son los enemigos y se les prohíbe actuar sean cuales sean sus intenciones –las cuales jamás se pueden juzgar dado que pertenecen a la intimidad del sujeto y no se manifiesta objetivamente- por el sencillo hecho de considerarle enemigo.

¿Qué es un enemigo para el Estado Español en 2010?. Todo aquel que no acepta los presupuestos ideológicos sobre los que se soporta el sistema económico y su trasunto en el sistema político. Así que hay menos distancia entre el “neofascismo españolista” de Rosa Díez y la Ley de Partidos aprobada por el PP-PSOE, que la que media entre dos naranjas del mismo árbol. Un enemigo son los trabajadores que el 29-S se volvieron y revolvieron contra quienes pretendían hacer de aquella huelga un juego de naipes. Enemigos son los sindicalistas del Sindicato Andaluz de Trabajadores –Diego Cañamero entre otros- porque no toleran que se les trate como si fueran los parias de la tierra. Enemigos son los jóvenes que ocupan inmuebles abandonados. Enemigos son artículo 504 del Código Penal- los trabajadores que actúen en la defensa de los intereses de clase. Enemigos son los que determine la Ley “ad hoc” aprobada por la mayoría orgánica en el Congreso de los Diputados. Mañana –dicho queda- serán todos cuantos combatan la Monarquía, porque a la postre –señores- quienes lo hagan irán contra la Constitución de 1978 (basta oír al “sonajero de la Mancha” –Pepe Bono- para ver qué es lo que se propone en fechas próximas).

Otegi está en la cárcel sin delito. Pues no lo era al día siguiente, ni cuatro años después. Hoy es juzgado por una conducta inocua en su momento (magistrado: “sic res stantibus”, primero de Derecho), y sea o no sea condenado la burla al Derecho sea hecho cuando se le juzga. Nadie puede suponer que sea juzgado por una conducta semejante –inocua, y además alabada por el Presidente del Gobierno de España-, porque si esto diera –y se está dando en este momento- todos seríamos justiciables, desde el anciano de 96 años al joven de 16 años, por el simple hecho de encasillarle en la categoría de los enemigos.

Señor magistrado, yo soy su enemigo.

Otegi, en la cárcel se combate con tanta fuerza como en la calle, pues los compañeros que han caído en esa desgracia de ver coartada su libertad –desde los tiempos de Fernando VII- pusieron los cimientos de una sociedad que no se calla jamás ante la agresión de quienes creen que no van morir nunca. Ellos –el tribunal juzgador, en este caso- morirán sin pena ni gloria, y como indignos servidores de un Estado –del Estado- y quienes combaten dejarán una huella que no se olvidará durante siglos. Hoy es 11de noviembre de 2010, el 11 de noviembre de 1887 los Cinco de Chicago caminaron serenos hacia la horca. Nadie recuerda quiénes los condenaron y sobre ellos cae el repudio de toda la humanidad. Se les acusaron de crímenes que no habían cometido. Nadie recordará al sujeto que ordena callar las razones por las que estáis en el banquillo, no quieren explicaciones, razonamientos, argumentaciones. A los cafres del Derecho les basta con cumplir el trámite –como ocurría con los “piquetes de verdugos” del franquismo- y despachar el asunto cuanto antes.

Tres en el banquillo. En aquella ocasión fueron cinco en la horca. Honor a quienes siguen la senda de los hombres de Chicago.

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